En mi calidad de presidente de la Corporación Servicio Evangélico para el Desarrollo (SEPADE), escribo para expresar nuestra profunda consternación por el violento enfrentamiento entre estudiantes ocurrido el mediodía del viernes pasado en el Liceo Técnico Profesional de la Madera (CEM), cuya entidad sostenedora es nuestra Fundación Educación para el Desarrollo (EDUCADES).
En marzo pasado, el CEM cumplió 22 años de trabajo educativo en Coronel, periodo en el que ha procurado ofrecer a las familias de la zona un espacio educativo seguro y pertinente para sus hijas e hijos, entregando no solamente una alternativa de formación técnico-profesional, sino también promoviendo la convivencia colaborativa, el deporte y la expresión artística como elementos contribuyentes a su desarrollo integral como personas.
Esa trayectoria hace que lo ocurrido el viernes nos duela tanto, porque refleja la gravedad del deterioro de la calidad de vida y convivencia en los barrios de las comunas que atiende nuestro establecimiento educacional, marcados por altos niveles de vulnerabilidad de los grupos familiares. Ello ha facilitado la penetración de la narco-cultura, la formación de bandas o pandillas rivales, que están en la raíz de la violencia que tanta inseguridad genera en la ciudadanía.
Como su directora lo ha expresado en sus comunicados a la comunidad escolar, el CEM, en coordinación con el Centro General de Padres y Apoderados, el Centro de Estudiantes, el equipo de trabajo de SEPADE-EDUCADES y las autoridades educacionales, está tomando todas las medidas y pasos necesarios para asegurar un retorno seguro a clases, y no renunciará al compromiso de mejora continua de su oferta educativa para las y los jóvenes de la zona.
Pero la gran pregunta que surge a partir lo ocurrido, es qué vamos a hacer como sociedad para evitar que vuelva a ocurrir. Es evidente que las escuelas no están en condiciones de responder por sí solas a esa pregunta. El desafío de la prevención necesariamente nos involucra a todas y todos, a las autoridades públicas locales, regionales y nacionales, pero muy especialmente a las familias, a las organizaciones de la sociedad civil, a las iglesias y, por cierto, también a las escuelas.
Es muy importante que esta visión integral o sistémica del desafío de la prevención esté presente en el actual debate en torno a la ley sobre “Convivencia, buen trato y bienestar de las comunidades educativas”, para evitar que se sobrecargue aún más la gestión de las escuelas, a propósito de un problema que debiera involucrar a la sociedad en su conjunto.
Considerando la identidad evangélica de nuestra institución, y la alta presencia de iglesias evangélicas en Coronel y Lota, les hacemos un llamado especial a la oración por esta grave situación, y a reflexionar en torno al desafío de recuperar su histórica presencia social en los barrios, contribuyendo a creación de espacios seguros y amorosos que permitan a niños y niñas crecer con la certeza de que sus vidas son valiosas, y con la predisposición a respetar la vida e integridad de las demás personas.
Reitero la solidaridad y respaldo de la Asamblea de nuestra Corporación al equipo directivo, a las y los educadores, y a toda la comunidad escolar del Liceo Técnico Profesional de la Madera.