28 DE SEPTIEMBRE 2021

En una ocasión mucha gente siguió a Jesús y sus apóstoles hacia un lugar desértico, con la esperanza de encontrar una respuesta a sus necesidades más profundas. Como se hacía tarde, los apóstoles rogaron a Jesús que diga a la gente que se vaya, porque temían tener que hacerse cargo de su alimentación y bienestar. Contrariamente a lo que los apóstoles esperaban, Jesús los desafió a que se hagan cargo, y para ello les propuso que organicen a la gente en grupos, de manera que todos y todas puedan compartir sus escasos alimentos. Las comunidades cristianas conocemos esta historia como “la alimentación de los cinco mil” Lucas 9: 10-17.

Ante los hechos y acciones ocurridos en los últimos días en el norte de Chile declaramos lo siguiente:
Chile, así como otros países hermanos de Latinoamérica, es escenario de la llegada diariamente de cientos de personas desesperadas mayoritariamente del país hermano de Venezuela, confiadas en la palabra de acogida de la autoridad de Chile dada en Cúcuta, en febrero de 2019. Sin embargo, cuando en Iquique mucha gente, molesta y temerosa de verse cada vez más afectada por esta situación, optó por marchar en contra de las personas inmigrantes, llegando incluso a quemar sus pertenencias; las autoridades, en lugar de contribuir a organizar la solidaridad frente a semejante crisis humanitaria, y de brindar la debida protección a personas en una condición de alta vulnerabilidad, ha centrado su discurso en la promesa del fortalecimiento del control de las fronteras, y en el anuncio de nuevas expulsiones, lo que es una infructuosa solución al problema de fondo del conflicto, pues, más bien, lo ha agudizado.

El contraste entre los actos vistos en Iquique y el texto del Evangelio citado es evidente.

Además, cabe señalar que Chile se autodenomina socialmente como un país con cultura solidaria, sin embargo, los hechos ocurridos demuestran la contradicción entre lo profesado y los hechos. Llama profundamente la atención la omisión al prever, de parte de la autoridad, el rol de resguardo a las personas, lo que demuestra lo alejado que se ha estado de los valores cristianos y universales. Por tanto, creemos que la respuesta a la actual crisis de gobernabilidad y humanitaria contrapone y demuestra la desconexión con estos valores universales. Tales actos nos llenan de tristeza y de vergüenza.
A nombre de las entidades que suscriben, expresamos nuestro completo rechazo a todo acto de violencia verbal, simbólica o física en contra personas que han llegado a Chile buscando un lugar seguro para vivir, y afirmamos que de acuerdo al derecho internacional, no existen las personas ilegales y que todas las personas son sujetos de derechos, por tanto, nadie puede negarlos.
Pero nuestro principal llamado es a las autoridades de gobierno, para que se hagan cargo responsablemente de la dimensión humanitaria de esta crisis, dentro del marco de lo que establece el derecho internacional, y de los principios éticos básicos de nuestra común humanidad.
En este tiempo en que, como comunidad nacional formada principalmente por la inmigración, nos vemos desafiados a repensar y redefinir las bases fundamentales para una convivencia verdaderamente democrática, donde nuestra respuesta colectiva a esta crisis, incluyendo al gobierno, oposición, orgánicas sociales, iglesias y sociedad civil, será una prueba concreta a las reales voluntades de avanzar hacia una sociedad mejor.

Firman:

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