LUNES 11 DE MARZO 2024

La antiquísima necesidad de una Nueva Educación

Carta de Opinión por Juan Sepúlveda González – Presidente SEPADE
Con el lema “Volvamos a clases. ¡Que nadie falte!”, el Ministerio de Educación ha dado el vamos al año escolar 2024, reflejando así la preocupación transversal por los índices de inasistencia y abandono escolar desde el retorno a las clases presenciales, tras la pandemia por el Covid-19. Si bien el actual debate en torno al nivel significativo de inasistencia escolar se asocia principalmente al impacto de la reciente pandemia, el desafío de la “retención escolar” es tan viejo como la propia escuela.

Trazando los Orígenes: Las Escuelas Sumerias y el Surgimiento del Saber Escrito

Los registros más antiguos de la existencia de escuelas se encuentran en tablillas de escritura cuneiforme de la civilización sumeria (surgida aproximadamente a partir de los años 3.500 a.C. al sur de Mesopotamia, en las cercanías del Golfo Pérsico), la misma a la que hasta ahora se atribuye la invención de la escritura y, por lo mismo, el atributo de ser la cuna de la historia propiamente dicha.
De hecho, las escuelas sumerias se desarrollaron para enseñar a ser “escriba”, el oficio de mayor proyección en las ciudades sumerias, que abría el camino para ejercer funciones relevantes en el ámbito público (el Palacio), en el ámbito religioso (los templos) y en el comercio. Pero más adelante se convirtieron en el centro de la generación del saber científico y de la creación literaria, como lo revelan los millares de tablillas de arcilla con escritura cuneiforme, encontradas en varios sitios arqueológicos desde finales del siglo XIX. Por otra parte, dichos textos permiten suponer que no se trataba de escuelas de acceso universal. Solamente niños y jóvenes varones pertenecientes a familias de la elite podían aspirar a ingresar a una escuela sumeria.

Los Desafíos de la Educación en la Antigua Sumeria

No obstante que la condición de estudiante de una escuela sumeria representaba una posición de evidente privilegio, igualmente tales escuelas enfrentaban el problema de la inasistencia. Así lo evidencia un texto de aquellos que los estudiantes debían leer y copiar para aprender su oficio, cuya antigüedad posiblemente supere los 3.780 años. En dicho texto, un escriba adulto reprende a su hijo por su tendencia a hacer la cimarra o capear clases, como lo muestran los siguientes párrafos, citados según la traducción del sumeriólogo Samuel Noah Kramer¹:

¹ La historia empieza en Sumer. Barcelona: AYMÁ S.A. Editora, 1962, p. 64

  • ¿Adónde has ido?
  • A ninguna parte.
  • Si es verdad que no has ido a ninguna parte, ¿por qué te quedas aquí como un golfo sin hacer nada? Anda. Vete a la escuela, preséntate al “padre de la escuela¹”, recita tu lección; abre tu mochila, graba tu tablilla y deja que tu “hermano mayor²” caligrafíe tu tablilla nueva. Cuando hayas terminado tu tarea y se la hayas enseñado a tu “vigilante³”, vuelve acá, sin rezagarte por la calle. […] Sé hombre, caramba. No pierdas el tiempo en el jardín público ni vagabundees por las calles. Cuando vayas por las calles no mires a tu alrededor. Sé sumiso y da muestras a tu monitor de que le temes. Si le das muestras de estar aterrorizado estará contento de ti.

¹ Maestro o director de la escuela.
²
Profesor asistente o ayudante.
³
Encargado del látigo.

 

 

 

Desafíos de la Educación: Reflexiones desde la Antigüedad hasta el Presente

Esta breve cita es suficiente para dejar en evidencia que el método para mantener la disciplina en las escuelas sumerias era no solamente autoritario, sino abiertamente represivo. No resulta exagerado sospechar que la causa del problema de la inasistencia, a pesar del privilegio que representaba el sólo hecho de ser aceptado como estudiante de tales escuelas, radicaba en su propio modelo disciplinario.
Es obvio que en los más de tres milenios transcurridos desde entonces ha habido muchos cambios en las concepciones y prácticas pedagógicas. Sin embargo seguimos hablando del desafío de la “retención escolar”, como si diéramos por sentado que se trata de “retener” en la escuela a niños, niñas y jóvenes en contra de su voluntad. El verdadero desafío no es qué hacer con los niños, niñas y jóvenes que no quieren ir a la escuela, sino qué hacer con un modelo de escuela que repele a tantos niños, niñas y jóvenes.
La pregunta clave es cómo es o debiera ser una escuela en la que niños, niñas y jóvenes quisieran estar, por el mayor tiempo posible, durante la etapa formativa de sus proyectos de vida.
Esta es una de las principales preguntas que ha orientado el proceso de cambio en la forma de educar, en el que desde hace ocho años han estado empeñadas las comunidades escolares (con participación de directivos, educadores, estudiantes más centros de padres-madres y apoderados) de los establecimientos sostenidos por la Fundación Educación para el Desarrollo (EDUCADES), dependiente de la Corporación Servicio Evangélico para el Desarrollo (SEPADE), en diálogo e intercambio con experiencias similares, especialmente en Barcelona, y con el apoyo generoso de especialistas en el cambio educacional.

El Camino hacia la Escuela del Futuro: Aprendizaje Colaborativo y Metodologías Activas

En líneas gruesas, el camino para avanzar hacia esa “escuela soñada” ha significado desplazar el foco desde la enseñanza al diseño de procesos de aprendizaje colaborativo en los que las y los estudiantes son protagonistas; prestando atención a su singularidad e intereses; con un uso intensivo de metodologías activas que faciliten la integración curricular, y que suponen una concepción mucho más amplia del espacio educativo (el mundo es el aula); y con procesos también participativos de valoración de los aprendizajes. 
Que lo anteriormente dicho funcione supone relaciones de confianza y respeto entre estudiantes, como también entre estudiantes y educadores, por lo que la estrategia o plan de convivencia no es algo separado, sino una dimensión integral del diseño de las experiencias de aprendizaje. Por cierto, el papel de las y los educadores es fundamental en el diseño de los procesos y experiencias de aprendizaje, mientras que en su ejecución participan como acompañantes o facilitadores.

La Importancia del Cambio en la Educación: Reflexión Institucional

Nada de lo dicho en el párrafo anterior es original ni tan nuevo. Se trata de propuestas que circulan desde algunas décadas en medios académicos e instituciones especializadas en educación, y son materia de debate internacional desde que un ya clásico informe de la UNESCO planteó cómo debiera ser la educación en el siglo XXI¹. Pero las escuelas y los sistemas educacionales tienden a ser instituciones extraordinariamente renuentes a los cambios. Para emprender este camino es necesario que directivos, educadores, estudiantes y familias compartan el sentido de urgencia del cambio, y la visión del tipo de escuela que aspiran llegar a ser. Ese sueño compartido puede movilizar las energías y voluntades para ir avanzando paso a paso, superando los obstáculos y celebrando los logros.



¹ Jacques Delors (ed.). La educación encierra un tesoro. Ediciones UNESCO – Santillana, 1996. 

Sería presuntuoso pretender que las escuelas de SEPADE-EDUCADES ya han alcanzado, o incluso que estén cerca de alcanzar su sueño. Por lo demás, cada escuela tiene sus particularidades y, por lo tanto, su propio ritmo. Pero hasta donde he podido escuchar y observar como actual presidente de la Corporación SEPADE, nuestras comunidades escolares comparten ya no solamente el sentido de urgencia, sino también la convicción de que el cambio es posible, y de que los frutos del cambio ya se pueden observar en el camino, precisamente en aquello que más arriba enunciamos como la pregunta clave: Cada vez escuchamos más testimonios de estudiantes que aman estar en su escuela. Me parece que esto es algo digno de celebrar, porque responde a un desafío que es tan antiguo como lo es la historia de la humanidad.

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