A sus 84 años de edad, acompañada de su familia, y manteniendo hasta su último día el contacto con sus hermanas y hermanos, compañeras y compañeros en su larga caminata de fe y vida, la noche del 28 de abril entró en su descanso eterno la pastora Juana Rosa Albornoz Guevara. Desde esa noche han tenido lugar numerosos homenajes, entre ellos los minutos de silencio efectuados por la Cámara de Diputados y en el Senado de la República, y un Servicio Virtual convocado la noche del 29 de abril por FASIC, la Comunidad Teológica Evangélica y SEPADE.
Criada en una familia y en un contexto eclesial pentecostal que nutrió la fe que animó toda su vida, Juanita manifestó tempranamente una profunda vocación de participación social y política, dimensiones de su trayectoria que, por algún tiempo, de desarrollaron por causes separados. Pero durante la segunda mitad de la década de los 70, ella, junto a su familia y a su congregación de la Iglesia Misión Apostólica, entró en intenso contacto con hermanas y hermanos de otras iglesias que buscaban formas eficaces de hacer visible y activo el mandamiento de amor al prójimo, en medio de la cruda realidad de nuestro país en un contexto de dictadura. Era el tiempo de los primeros pasos en la trayectoria de SEPADE, y de otras entidades hermanas que comenzaban a articular un movimiento ecuménico que más tarde tendría diversas expresiones.
Ese periodo fue para Juanita como un tiempo de descubrimiento, de alegre revelación, en el sentido de que era posible articular sus dos pasiones, su profunda fe cristiana, su corazón pastoral, y su compromiso sociopolítico con la construcción de una sociedad más justa, en una nueva comprensión y práctica integral del ministerio cristiano ecuménico. De ese descubrimiento emergió la lideresa evangélica y ecuménica que poco a poco se fue destacando por sus grandes aportes en la Confraternidad Cristiana de Iglesias, en la Fraternidad Ecuménica de Chile, en el Comité Intereclesiástico de Emergencia, en el Comité de Organizaciones Evangélicas, en la Mesa Ampliada de Organizaciones Evangélicas, y otras entidades que aunque no integró oficialmente, gozaron de su apoyo y participación activa, como FASIC y la Comunidad Teológica Evangélica.
En todos los espacios en los que actuó,
Juanita Albornoz se caracterizó por su pluralismo, apertura al diálogo y capacidad para tender puentes; por su don para crear ambientes amorosos de respeto mutuo; y por su preocupación por estimular y valorar el aporte de otras personas, y particularmente de personas más jóvenes que ella.
SEPADE reconoce y agradece a Dios su activa participación voluntaria en la Asamblea de la Corporación, desde su constitución en 1995 hasta el momento de su descanso, y expresa a toda su familia, a su comunidad de fe y a su inmensa red de amigas y amigos, su sincera participación en el dolor por su ausencia. Como una pequeña muestra de su legado, comparte un extracto de entrevista efectuada por FASIC el 8 de abril pasado: